Senegal VI – En ruta

Voy a dedicar este capítulo solo a la parte de viaje que corresponde entre Sine Saloum y Dakar, ya que visitamos dos lugares que merecen especial atención.

El primer hito es el mayor baobab de Senegal, el segundo de África (el primero está en Kenia). Este árbol, cuya longevidad puede sobrepasar los 3.000 años, es el protagonista de numerosos mitos y leyendas que permanecen vivas en la memoria colectiva africana. Una de ellas cuenta que en los primero días del mundo los dioses dieron semillas a los animales para que las plantaran. Un hiena un poco enfadada por ser la última en recibirlas, obtuvo las del baobab. Tan enfadada estaba cuando las fue a plantar que lo hizo al revés. De ahí la fisonomía del árbol, que parece estar plantado con las raíces hacia arriba.

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Este baobab tiene 32 metros de diámetro y su tronco alberga una cueva de murciélagos. Entrar en ella es toda una experiencia. Tienes que pasar por un hueco minúsculo deslizándote por su suave corteza y al entrar, el olor y el sonido de los animales es impresionante. Recomendable… a no ser que tengas claustrofobia.

Su fruto puede ser de color amarillo o blanco y ya desde tiempos remotos servía de alimento para la población, además se utiliza para cosméticos y como remedio para cicatrizar heridas.

El guía nos recomendó poner la mano sobre su tronco como símbolo amable hacia este árbol considerado sagrado. En muchos poblados se le hacen ofrendas para favorecer las cosechas, la fertilidad y la suerte. De hecho, en Senegal es el árbol nacional y aparece en los pasaportes. También está plasmado en la moneda de Zimbabwe. Es conocido a menudo como El Árbol de la vida.

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La segunda parada rumbo a Dakar la encontramos en Joal-Fadiouth. Se trata de dos localidades: Joal, que se encuentra en el continente, y Fadiouth, una isla separada de Joal por un puente de madera.

Como curiosidad, en Joal nació el poeta Léopold Sédar Senghor, primer presidente de la República de Senegal y el que da nombre al aeropuerto internacional de Dakar.

Más conocida como la isla de las conchas, Fadiouth es visita obligada para muchos turistas. Antes de acceder a ella, es decir, en Joal –antes de cruzar el puente– es necesario ir a la oficina de turismo que se encuentra en la misma plaza y abonar 5000 CFA de tarifa. Ésto da derecho a que te asignen un guía para recorrer la isla. Nosotros no sabíamos que había que hacerlo, así que le dimos un buena propina a nuestro guía tras la visita porque nos había caído muy bien y era bastante bueno, pero al llegar de nuevo a la parte de Joal, tuvimos que pagar la tarifa… que de haberlo hecho en el orden que debíamos, no hubiéramos sido tan espléndidos porque en la tarifa va parte de su sueldo.

La isla debe su nombre a un curioso fenómeno. Durante mucho tiempo, los pescadores de Joal fueron depositando millones y millones de conchas marinas en un pequeño islote de tierra, y tantas dejaron allí que lo que hay actualmente es un pequeño pueblo con todas las comodidades, eso sí, todo está hecho a base de conchas.

Con un simple paseo por sus curiosas calles ya hay ciertas cosas que te sorprenden. Evidentemente, todo está diseñado para el turista, pero aquí, la gente de los puestos de artesanía y demás enseres no te atosiga y te agobia como en otras zonas del país, además, todos los artículos tienen el precio puesto! Esta política forma parte de la isla. Según el guía, quieren que el turista disfrute tranquilamente.

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Después del recorrido, nos dirigimos hacia otro puente de madera que nos conduce a una pequeña colina donde se fija uno de los cementerios más bonitos que he visto. Es el cementerio de Fadiouth yacen juntos cristianos y musulmanes en una unión “casi” perfecta porque todos están enterrados en el mismo espacio pero separados por el camino de paso. A un lado musulmanes y al otro cristianos. Es curioso ver como se van distribuyendo las tumbas en uno y otro lado. Las de los musulmanes miran todas hacia la Meca formando un todo ordenado, mientras que las de los cristianos crean un magnífico laberinto. Según el guía, aquellos cristianos que se entierran lo hacen en la misma posición que el resto de su familia ya enterrada.

Otra curiosidad, los musulmanes se entierran el mismo día de su fallecimiento, mientras que los cristianos han de esperar al menos 24 horas.

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La vista desde el cementerio muestra la perfecta comunión de ambas culturas en el pueblo con sus mezquitas e iglesias. Además también se pueden divisar los islotes de manglares en los que abundan altos graneros a los que solo es posible acceder en piragua.


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Seguimos camino de Dakar.

 

 

 


3 respuestas a “Senegal VI – En ruta

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